El estudio de rayos X se utiliza con fines diagnósticos y en ocasiones terapéuticos. Permite al médico:
- Identificar fracturas, fisuras o luxaciones óseas.
- Detectar enfermedades pulmonares (como neumonía, tuberculosis, enfisema, cáncer de pulmón).
- Observar alteraciones en el sistema digestivo, como obstrucciones o cuerpos extraños.
- Controlar la evolución de ciertas enfermedades o el estado postoperatorio.
- Guiar procedimientos médicos (como la colocación de catéteres o sondas).
Preparación del paciente
La preparación para una radiografía depende del área del cuerpo a estudiar, pero en general:
- Se le pedirá al paciente que retire joyas, relojes u objetos metálicos que puedan interferir con la imagen.
- En estudios abdominales o gastrointestinales, puede requerirse ayuno previo o la toma de un medio de contraste (como sulfato de bario).
- Las mujeres deben informar si están embarazadas o podrían estarlo, ya que los rayos X pueden afectar al feto.
Procedimiento
El procedimiento es sencillo y suele durar pocos minutos:
- El paciente se coloca en una posición específica (de pie, sentado o acostado), dependiendo del área a examinar.
- El técnico en radiología ajusta el equipo y dirige el haz de rayos X al área deseada.
- El paciente debe permanecer inmóvil y contener la respiración por unos segundos mientras se toma la imagen.
En algunos casos, se pueden tomar múltiples proyecciones desde diferentes ángulos.
Ventajas
- Es un estudio rápido, no invasivo y económico.
- Tiene una amplia disponibilidad en hospitales y clínicas.
- Proporciona información valiosa para el diagnóstico inmediato.
Limitaciones
- No ofrece tanto detalle de tejidos blandos como otros estudios (por ejemplo, la tomografía o resonancia).
- Algunas estructuras pueden superponerse y dificultar la interpretación.
- En ciertas condiciones, puede requerirse un estudio complementario para un diagnóstico más preciso.
